Señorea el Camino Viejo de Paterna. Quien fuera caminante o caminero entre pastos guiando ganado prehistórico
alzó aquí esta Venta. En lontananza, sobre el camino nuevo de asfalto, hay un
fósil de tentáculo de pulpo gigante del mesozoico, muerto a la par de los
dinosaurios, lo que apoya la teoría de un cataclismo general en detrimento de
una extinción particular: también los fabulosos monstruos marinos perecieron. Gilliat
hubiera tenido difícil vencer a un pulpo de tales dimensiones, por mucho que le
animara su amor por Deruchette.
En el interior dos cuernos de desigual tamaño
y con vello en la base figuran como trofeo de un rinoceronte lanudo abatido a
lanzazos y hachazos por una sección de élite de neandertales. El reloj de
tapadera de fino tío Pepe marca las sesenta y cinco millones de años antes de
las torres gemelas.
Un austrolopitecus niega el pago de diez
céntimos adicionales a la cafeína licuada porque no toma el azucarillo. Yo no debería
negar el pago de un extra por el mantel ajedrezado verdiblanco que ensucio del
comedor despoblado, vigilado por las cámaras de seguridad de los niños de
Murillo. En el corral-laboratorio de brontosaurios de pluma negra Maxwell
dilucida si Cavendish, el aspergeriano, se adelantó a la ley de Coulomb, la de
Ohmn y la de Faraday, revisando sus manuscritos. La tostada de huella de
argentinosaurio tenía espinas y cartílagos de las crías ahogadas en una pisada
de huida. Pago y devuelvo la demasía, pese a que me podía haber callado y
dejado en la ruina al heildelbergensis.
Por el Camino Viejo de Paterna hay tubos de
vegetación sin música de Beyonce ni de Kapsberger: carrizos, palmitos,
lentiscos, zarzaparrillas… pasillos de gusano intergaláctico revestidos de piel
de escama de lagartija que estruja y desemboca en varios cruces, el primero de
los cuales, con el Cordel Segundo de Servidumbre, muestra una indicación hacia
el convite de cumpleaños de quien, por el tono desgastado del papel, ya ha
debido despachar su seguro de decesos. Los tubos de vegetación se van encadenando
con los pasillos de gusano y sobre ellos, coronándolos como peinetas
atmosféricas, asoman los aerogeneradores que bracean para propulsar los
vientos.
Los tubos vegetales se disipan, no de momento,
sino, paulatinamente, apareciendo claros a intervalos regulares, desde donde se
puede contemplar la compañía aerogenerotrasportada en la extensión de los
campos, replicada durante la berrea y clonada en los laboratorios de Japón. Los
vientos siguen la dirección de su girar, por eso se denominan aero (aire)
generadores (generadores de aire). Hay uno, puntualmente, malogrado por una
excesiva avidez de funcionamiento, en reparación por los operarios habilis, que
han trepado por las escaleras de caracol.
Cuando el vértigo de los tubos vegetales desaparece
definitivamente después de unas curvas entre cañaverales y el paso por una
cúpula gótica de pinos con suelo alfombrado de agujas desecas, se clarea la
vista y las cuestas descienden y se empinan en delirio de montaña rusa. Hay
biciraptores de pieles membranosas negras que me adelantan, a pesar de diseminar
mis canas-señuelo en la arena entre las piedras. En los flancos aparecen matas
secas: espinas de la tierra, pelusa algodonosa de una barba terráquea
negriblanca y juncos florecidos antes de la irrupción de una laguna. La laguna
del Taraje.
Bello
paisaje que hubiera apetecido a mister Paunceforte para imprimirle su estilo de
tonos pálidos y elegantes, atrayendo luego a una remesa de pintores, entre
ellos a Lily Briscoe. No hay faro ni rocas, quizás algún cocodrilo prehistórico
acechando de aperitivo la malvasía o la focha, mientras el aguilucho lagunero
bebe del antiguo vertido fecal antes de la regulación del régimen hidrológico.
Las lomas se encrespan y el piso se empiedra
dificultando el rodaje de cernícalo espacial del caballo pazguato cafeteril que
detesta escuchar conversaciones histriónicas de sexo según el que se las sabe
tanto. El rancho la Carrascosa deriva en una garganta de piedra en las que el
grito de Munch resuena y se extiende por cavernas subterráneas.
Paterna inexiste porque al final del camino
de calamidades herbáceas asoma un bosque nutrido de eucaliptos atravesado por
un pasillo de tablas. Los biciraptores vigilan al extremo de esta proa de canoa
amazónica abriéndose paso sobre la hierba y malezas de un bosque de secuoyas en
Carolina del Norte. Me envalentono y me confirman que no hay más vereda, que el
Camino Viejo de Paterna no llega a Paterna, sino aquí; y que, de todas formas,
ellos velan porque nadie intente lanzarse al mar de pelusa espumada.
Regresando resignado escucho tiros. Los
biciraptores me pasan y huyen rápido. Son batidas de la peña cazadoril de cromañones,
una bala de lasca alcanza mi desviador-talón de Aquiles y me descompone el
mecanismo de los piñones. Me quedo sin vehículo. Debo practicar el remar de piernas
y llenarme de paciencia de milenios hasta el reencuentro con la venta si no me
pasan glaciaciones o soles de ascenso vertiginoso y deshidratante. Casi estoy
por acurrucarme bajo un árbol de oro sobre el que inscribir a cuchillo en la
corteza un corazón antes de dejarme ir muriendo pensando en la reina de los
insectores. Afortunadamente, al cabo de unos cientos de piedras y espinos y de
esquivar los ladridos del pavo navideño de la Carrascosa, me asisten unos aliados
que sacan herramientas óseas y me reparan la cadena. Debo haber echo fracasar
el juego virtual de un Ender torpe y estratega medio. La Venta el Caminero
reaparece al final de los tubos vegetales con un reflejo de sol más brillante.
La dicha me embarga de dientes afilados que repongo en las mascotas
prehistóricas.
Vuelvo por fin a Varsovia con Witold, sin
más, sin la perplejidad de haber visto una secuencia de ahorcamientos entre las
masas vegetales (gorrión, palito, gato, Ludwich) ni tampoco haber visto
morrearse las bocas de Lena y Katasia. Con la desilusionante percepción de que
los caminos señalados hacia los sitios están interrumpidos por vallas
electrocutoras que delimitan los cotos privados de caza de biciraptores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si me hecho a un lado, podéis adelantarme por la izquierda.